Muchas veces esa frase que escuchas (“no soy suficiente”, “me falta más experiencia”, “aún no estoy lista”) no es tu voz real: es un pensamiento repetido, heredado o aprendido.
Pregúntate:
¿Esta idea me impulsa o me frena?
¿Es un hecho o es una percepción?
¿Qué evidencia tengo de que no soy capaz?
Cuando lo analizas, descubres que la mayoría de las dudas no son verdad, solo miedo.
La acción genera confianza.
La confianza no aparece antes: aparece después de intentarlo.
Comienza con pasos pequeños:
Hablar en una reunión
Enviar una propuesta
Crear tu portafolio
Postularte a un nuevo puesto
Cada paso te demuestra que sí puedes.
Tu entorno influye en tu crecimiento.
Rodéate de mujeres y empresas que:
Te inspiran
Te recuerdan tu valor
Te animan a avanzar
Celebran tus logros
El apoyo adecuado puede cambiar por completo tu forma de verte.
El crecimiento está lleno de pequeños triunfos:
la reunión donde hablaste, el curso que terminaste, el correo que enviaste con seguridad.
Cuando reconoces tus pasos, tu mente empieza a crear una nueva narrativa: sí estoy avanzando, sí estoy creciendo, sí puedo.
Muchos bloqueos aparecen porque esperamos aprobación externa.
La verdadera transformación llega cuando tú misma decides darte el permiso:
De cambiar
De crecer
De liderar
De ocupar espacios grandes
Tu talento merece ser visto, escuchado y valorado.
Las creencias limitantes no desaparecen por arte de magia, pero puedes transformarlas cada vez que eliges actuar, confiar y avanzar.
Empieza por cuestionarlas y verás cómo tu historia comienza a cambiar.
Tu talento ya está ahí. Solo necesita que tú decidas creer en él.